Lechuga, coliflores y tomates oKupas

Cáceres tiene un pequeño río que nace en la propia ciudad y bordea su parte monumental. Hace algún tiempo, al borde de su corta pero fértil orilla, había hortelanos que sembraban de manera tradicional sus pequeñas huertas, para vender luego sus productos de forma ambulante al resto de los cacereños; muchas veces diciendo que son hortalizas de Miajadas debido a la mala fama que, a lo largo del tiempo, algunos de los dirigentes de la ciudad han contribuido a construir en el imaginario de la ciudad.

Un río y una rivera que fueron olvidados, algunas veces de forma consciente, por los cacereños y sus dirigentes, pero que es utilizado por otros ‘cacereños’ en su vida diaria como cangrejos, peces, ranas, aves, cabras, nutrias o jabalís.

Entre los diversos huertos destacaba uno en particular. Pertenecía a uno de los mayores contrabandistas de droga de Extremadura, narcotraficante con tanto poder que mandó asesinar a uno de los jueces más importantes de España, que le estaba investigando. Por fortuna, no consiguió su objetivo y acabó dando con sus huesos en la cárcel. La mayor parte de sus posesiones fueron expropiadas, entre ellas nuestra pequeña huerta objeto de este relato, que pasó a ser propiedad del ayuntamiento de Cáceres.

Nuestra huerta pasó de tener unas manos delincuentes que la trabajases a no tener ninguna, perdió su finalidad y en ella comenzaron a crecer zarzales, que con el paso del tiempo llegaron a ser más altos que las higueras que allí residían.

Así estuvo nuestra protagonista, olvidada por el mundo durante mucho tiempo, hasta que, hace muy poco, unos cacereños de los de toda la vida y otros cacereños recién llegados, que no han necesitado nacer en la ciudad para sentirla suya, maestros, ingenieros, cuentacuentos, administrativos, peones, funcionarios del propio ayuntamiento , …, decidieron que esa pequeña huerta volviera a la vida.

Así que resolvieron okuparla conviertiendola en una Huerta Liberada. Eliminaron cantidades enormes de zarzales, alisaron el terreno, lo abonaron, lo cuidaron, lo sembraron… le dieron vida. Ahora los protagonistas de la pequeña huerta son las lechugas, cebollas, … tomates okupas, que cobran vida a menos de cinco minutos de la ciudad monumental de Cáceres, como ocurriera antaño, y que ojalá perdure mucho tiempo más. Por cierto, lechugas, tomates, cangrejos y nutrias que también apoyan a Cáceres 2016.